Seguro que alguna vez habéis ojeado una revista de moda y os habéis encontrado con referencias al fondo de armario.
Por ejemplo, en Vogue, y bajo el título Las prendas que tienes que tener, comentan:
Unos lo llaman fondo de armario, otros simplemente básicos... Lo cierto es que, a pesar de las tendencias que se esfuerzan en hacernos creer que han venido para quedarse cada temporada, hay un puñado de prendas que se sitúan por encima de cualquier estética o corriente con fecha de caducidad. Son las prendas que hay que tener, o en su defecto, aquellas de las que nunca debes deshacerte porque siempre, siempre, acaban volviendo.
La cita lo dice todo: se refiere a aquellas prendas en base a la cual se sustenta el estilo de uno. Después, uno añade complementos que van variando según la temporada, el día, etc. Por ejemplo, unos vaqueros podrían definirse como fondo de armario, mientras que unas pulseras o una camiseta son cosas más fútiles.
Lo que me parece curioso del concepto es su nombre en sí: para mí, en el fondo del armario suelen habitar las piezas de ropa poco usadas, que han ido cayendo en el olvido para dejar paso a otras que nos ponemos con más frecuencia.
¿Por qué, pues, usamos esta expresión?