¿Qué es y de dónde proviene la palabra "inlatencia"?
- Neologismo que reproduce el que forma el autor y cuyo sentido sería la no-latencia (T.).
Se trata para él de acordarse precisamente de nada, pero que también como nada, anticipa toda presencia y toda memoria. De hecho, si algo diferencia la tradición humana es precisamente el hecho de que quiere salvar no sólo lo insalvable (las características esenciales de la especie), sino aquello que en todo caso no puede ser salvado, que está siempre perdido, que mejor dicho, no ha sido nunca poseído como una propiedad específica, sino que es, precisamente por esto, inolvidable: el ser, la inlatencia del soma infantil [...]. (Agamben 1989: 78-80; énfasis mío)
Por algún lugar dentro de nosotros el atolondrado muchacho neoténico continúa su juego real. Y es su jugar el que nos da tiempo, el que mantiene abierta esa inagotable inlatencia que los pueblos y las lenguas de la tierra, cada uno a su manera, procuran conservar y diferir –y conservar sólo en la medida en que la aplazan. Sólo el día en que la originaria inlatencia infantil fuese verdaderamente, vertiginosamente asumida como tal, el tiempo alcanzado y el muchacho Aion despertase de su juego y a su juego, entonces los hombres podrían al fin construir una historia y una lengua universales no diferibles, y detener su vagar en las tradiciones. Este auténtico revocar el soma infantil de la humanidad se llama: el pensamiento, es decir, la política (Agamben, 1989: 80).
El contenido del experimentum es sólo que hay lenguaje y que nosotros no podemos representarlo, según el modelo que ha dominado nuestra cultura, como una lengua, un estado o un patrimonio de nombres y reglas que cada pueblo transmite de generación en generación; más bien sería la inlatencia imposible de presuponer que los hombres desde siempre habitan y dentro de la cual, hablando, respiran y se mueven. A pesar de los cuarenta milenios del homo sapiens, el hombre aún no ha procurado asumir esa inlatencia y hacer la experiencia de su ser hablante. (p. 221)
Se trata, entonces, de pensar el origen no como causa sino como potencia "más allá de todo destino específico y de toda vocación genética" (1989: 79). Por ello, no resulta casual que sus indagaciones en torno a esta noción se encuentren en estrecha vinculación con una pregunta por el lenguaje (en particular por la "voz" y la "infancia"), con la constatación de que 'hay lenguaje', de que el hombre habla' aunque no lo haga siempre, aunque pueda no hacerlo (cfr. 2007: 213-222). Dicho de otro modo, es en la constatación de que hay lenguaje pero que no lo tenemos naturalmente, que hay en él una resto negativo que garantiza su potencia- de hablar y de no hacerlo-, que Agamben encuentra la hendidura, el origen-límite, la "indeterminada inlatencia " (1989: 79) que hace del hombre un ser histórico. Porque, tal y como afirma en Infancia e Historia (2007: 218): para un ser cuya experiencia del lenguaje no se presentara desde siempre escindida en lengua y discurso, que fuera desde siempre hablante, desde siempre en una lengua indivisible, no existiría ni conocimiento, ni infancia, ni historia: estaría siempre inmediatamente unido a su naturaleza lingüística y no encontraría en ninguna parte una discontinuidad y una diferencia donde algo como un saber y una historia pudiera producirse.
La piedra del poema, que metafóricamente el poeta atinó a nombrar como madre, es simplemente piedra. Pero en su intimidad, esa zona impenetrable, guarda un corazón en la inlatencia de la materia. A ese centro-madre, a esa materia dura que rechaza la metáfora, es a lo que el pensamiento y el lenguaje se enfrentan desde su propia dureza ante lo simple del hay. Es así como podemos pensar la experiencia del hay ahí (lugar que es el hay de las cosas y al mismo tiempo es la cosa del pensamiento y la cosa del lenguaje), de la que no sabemos si podemos identificar siquiera como una experiencia, y que diagrama esa cinta de Moebius donde la poesía toca la cosa de las palabras y donde esa materia es rozada por la palabra.
El artículo termina con una frase que señala las tensiones sexuales presentes en la canción: «Nada más atroz que la inlatencia de la tiza para un corazón al que el orgasmo curaría».