En la biblioteca virtual Cervantes he encontrado este interesante artículo de Pedro Álvarez de Miranda (Universidad Autónoma de Madrid), titulado "Acrónimos, acronimia: revisión de un concepto".
El él se explica que, tal como ha indicado Diego en su respuesta, los términos "acrónimo" y "acronimia" se utilizan en efecto para describir este fenómeno lingüístico. En particular, se da la definición que hizo de este concepto Manuel Casado Velarde en 1999:
Por acronimia se entiende aquí el procedimiento morfológico consistente en la formación de una palabra a partir de dos o –muy raramente– tres unidades léxicas, estando representada, al menos una de ellas, por un fragmento (una o más sílabas) de su significante; la primera, por el fragmento inicial de su significante, y la última por el fragmento final del suyo: docudrama (< documental + drama), eurocracia (< europea + burocracia).
Pero el autor se queja de lo que más o menos he dicho yo (mucho peor expresado) en mi primer comentario a la respuesta de Diego:
Suelen señalarse como rasgos característicos, o al menos deseables, del lenguaje científico la precisión y la monosemia. Ocurre sin embargo que, en la práctica, el vocabulario técnico no siempre goza de esas cualidades, ni siquiera –tentado estoy de decir: menos incluso– el de la Lingüística, una disciplina que en la adopción de metalenguaje propio no parece que pueda contar entre sus logros, como tal vez cabría esperar de ella, el de haber predicado con el ejemplo.
No escasean las ocasiones de hacerse reflexiones como esta, pero hoy quisiera detenerme tan solo en un caso de polisemia que me parece bastante perturbador, y acaso evitable, toda vez que, hasta donde se me alcanza, afecta sobre todo al tecnicismo español, y no, o no tanto, a los términos hermanos de otras lenguas. Me refiero al problema que plantean las palabras acrónimo y acronimia. No deja de causar cierta perplejidad que hoy puedan llevar la misma etiqueta formaciones tan diferentes entre sí como ecuatoguineano y sida.
Tanto es así que Álvarez de Miranda acaba utilizando en este artículo el vocablo inglés "blend". A propósito de la aceptación de la terminología "acrónimo" y "acronimia" entre los lingüistas, este autor explica:
Unos autores lo han adoptado y otros no. Entre los primeros, por ejemplo, Ramón Almela (1999: 205-210); entre los segundos, Félix Rodríguez González, al que le parece «muy poco acertado» (1989: 359; cfr. asimismo la valoración negativa de Rainer, 1993b: 39). Lo mismo opina Rainer, quien en su libro, escrito en alemán, habla, naturalmente, de Wortmischung, y de los Akronyme junto a las siglas (1993a, 87-90, 701-702, 705-709). Pharies (1987), que también se ha ocupado de esta clase de palabras en español, no tiene problemas, porque lo hace en inglés y emplea blending.
El artículo indica una serie de terminologías alternativas:
Para designar el mecanismo formativo de los blends se han manejado en español diversos términos: en la traducción del libro de Lang encontramos "«combinación»" (1992: 258); Urrutia habla de "«reducción de lexías compuestas»" (1978: 254); Emilio Lorenzo empleó ocasionalmente "«soldadura»" (1996: 205). En cuanto a los resultados, también han recibido diversos nombres: Seco optó en 1977 (190) por palabras-telescopio (como en inglés telescope word o telescoped word); la imagen de la «maleta» o el «baúl» -menos feliz, en mi opinión, que la del «telescopio»- ha circulado más en otras lenguas, desde que Lewis Carrol inventó las portmanteau words, y así tenemos, en francés, mot-valise, mot-portemanteau, y en el mismo idioma télescopage o el muy gráfico mot-centaure; Migliorini propuso en italiano parola-macedonia (1963: 15); Lázaro Carreter, en español, palabras entrecruzadas (1971: 62), y Rodríguez González (1989) cruces. Pero la idea de «cruce» nos lleva, con peligro de confusión, a fenómenos de interferencia en los que entrarían la contaminación y la etimología popular. En fin, Harold Wentworth (1933) contó hasta 29 maneras distintas de llamar en inglés a las portmanteau words, maneras entre las que, por cierto, no estaba acronym.
El autor acaba exponiendo cuál es la opción que prefiere para denominar este mecanismo:
Ante semejante despliegue resulta difícil elegir. El término «combinación» puede ser válido, pero personalmente me inclinaría por otro que aún no he mencionado y que en mi opinión lo es más. Me refiero a fusión, que Seco sugiere como equivalente de blend en el artículo dedicado al anglicismo paralímpico de su Diccionario de dudas (1998). Tienen la ventaja, ambos, de servir tanto para el procedimiento como para los vocablos a que da lugar.