Creo que la respuesta puede darse en dos sentidos:
- Puesto en su contexto histórico, se puede decir que no hay error.
- Mirado desde el presente, hay que admitir que la pregunta puede verse ambigua.
Analicemos cada uno por separado, partiendo por el presente:
1. Basados en el castellano actual, ¿es la castidad lo opuesto a la lujuria?
—Veamos:
La primera acepción de castidad (que quizá omites porque parece circular) dice:
- f. Cualidad de casto.
a su vez, la primera acepción define casto como:
- adj. Dicho de una persona: Que se abstiene de todo goce sexual, o se atiene a lo que se considera como lícito. [énfasis añadido]
- adj. Que no posee en sí sensualidad. Casto amor, deleite.
en ese sentido, también un casado es casto siendo fiel a su mujer, aunque no se abstenga de todo goce sexual con ella.
Respecto a la palabra lujuria, efectivamente la entrada de la 23ª edición del DLE mirada aisladamente parece excluir la práctica, pero hay antecedentes de que puede no ser tan así:
- Tanto la 22ª edicion del DLE (2001) como el Diccionario Esencial (2006) definen lujuria en primer lugar como Vicio consistente en el uso ilícito o en el apetito desordenado de los deleites carnales [énfasis añadidos].
La misma 23ª edición define lujurioso como:
Dado o entregado a la lujuria
donde dado y entregado vienen de formas pronominales y las respectivas acepciones implican ceder y declararse vencido (en este caso, frente al deseo).
- Por otro lado, la misma palabra deseo tiene entre sus acepciones impulso, excitación venérea. Ambos sustantivos admiten un grado de acción en este contexto.
Ignoro las razones de la RAE para dar a la entrada su forma actual, pero poniendo las cosas en contexto, no se puede decir que la oposición castidad-lujuria sea errónea, aunque sí que admite ambigüedad. Pero vamos, que también la oposición claro-oscuro puede ser ambigua porque claro también es antónimo de turbio.
2. En el contexto en que fue creado el juego, ¿es más o menos correcto que sea la castidad lo opuesto a la lujuria?
Parafraseando a Massimo d'Azeglio, juzgar un juego de una época según el diccionario de otra es el más injusto de los sistemas (él lo decía de personas e ideas, por cierto).
Mirado desde los ochenta, la principal dificultad (la acepción de lujuria en la 23ª edición) simplemente desaparece.
Por otro lado, engarzo con la respuesta de pablodf76 para decir que en los años ochenta la relación del español medio con el catolicismo era distinta a la de hoy. No encontré datos de la época, pero sólo unos pocos años antes —según un estudio de la Biblioteca del Congreso de EE.UU.—, un 95% de españoles era bautizado (hoy ronda el 70% según RTVE y El País) y 60% iba a misa y el 30% lo hacía regularmente (hoy es aproximadamente un tercio de eso). Además, según cuentan, el anticlericalismo era mucho menos marcado en esa época.
A consecuencia de lo anterior, resulta razonable pensar que en los ochenta la pregunta diera mucho menos lugar a dudas.
Por supuesto, ni soy historiador, ni vivo en España, ni supe leer hasta bien avanzada la década de los 80, de modo que si queda alguna duda sugiero zanjar este punto preguntando a un español de 60 años o más.