En España, a la historieta se la ha llamado también tebeo. Dicho término, puramente local, tiene su origen en la revista TBO, y designa sobre todo a la publicación que contiene historietas, siendo consagrado su uso en la edición de 1968 del Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española.
A mediados de los años 70, una parte del medio empezó a defender el uso del término de origen anglosajón comic (escrito al principio sin tilde) para potenciar una historieta de grafismo más realista, pretensiones esteticistas o experimentales y temas considerados más adultos, con abundantes dosis de erotismo, en detrimento de la más habitual en la postguerra, que se dirigía preferentemente a un público infantil.
Fuente: La Historieta en España
Curiosamente la versión en inglés del artículo cita al régimen de Franco y su censura sobre el contenido de estas publicaciones
After the Spanish Civil War the Franco regime imposed strict censorship in all media, and comics were no exception. As part of this ban, superhero comics were forbidden by the Francoist regime; as a result, comic heroes were based on historical fiction.
Que puede explicar un poco la diferencia en contenido entre comic e historieta (a la distinta nomenclatura para distintas historias).
Yo, personalmente, siempre le he dicho tebeo o historieta a las publicaciones para público infantil tanto patrias (Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, el botones Sacarino, etc.) como extranjeras (las aventuras de Asterix y Obélix o las de Tintín, de las que también había unas cuántas en mi casa) y comic a las aventuras de otros personajes que tenían un corte menos inocente y más serio o agresivo (Batman, Transformers, etc.).
Los términos eran bastante intercambiables (sobre todo cuando era un adulto el que los usaba, porque para ellos todas esas lecturas para los niños caían en el mismo saco). Predominaban los términos "comic" y "tebeo" sobre "historieta", y a veces se añadían otros. Las historietas que más me gustaban eran las de Mortadelo y Filemón, que podían estar recogidas en tomos como los superhumores o en revistillas como el supermortadelo. A veces decíamos simplemente "Me voy a a leer un Mortadelo" o "Quiero leer un Superhumor".