Hablemos de los tiempos compuestos. No existe una regla sobre la cantidad de cosas que se pueden introducir entre el auxiliar y el participio. En la práctica rara vez se encuentra más de un adverbio o frase adverbial corta en ese lugar. Es una decisión personal y estética usar este lugar. Uno puede decir:
- “Yo le había repetida, vehemente e insistentemente pedido que no viniera.”
- “Ella no le habría jamás de los jamases, ni en sueños, pedido que viniera.”
Estas frases están gramaticalmente bien, pero suenan un poco pomposas; en particular, la segunda es algo que sólo esperaría encontrar en una obra literaria, no en una conversación. La primera es más razonable porque en español es habitual coordinar de esta manera una serie de adverbios en -mente.
En las perífrasis verbales como el presente progresivo y similares tenemos una mayor libertad, ya que no son unidades tan cerradas como los tiempos compuestos:
- “Estaba simplemente y sin ninguna mala intención buscando un libro.”
- “Vamos, ahora sí por fin, y tras muchos tropiezos y desvíos innecesarios, llegando al final de la historia.”
Nótese cómo el ritmo de la frase hace necesario marcar pausas, indicadas por comas, en algunos lugares, lo cual no interrumpe la perífrasis. De todas formas, hay un punto en que uno debe dejar de meter cosas entre las partes de la perífrasis ya que el hablante va a perder el hilo. De nuevo, es una decisión personal y estética.
“Tener cosas que hacer” es una frase casi fija; se puede reemplazar “cosas” por “tareas” y algunos otros sinónimos, se le puede añadir algún adjetivo a las “cosas” y algún adverbio después de “tener”, pero eso es todo. Un ejemplo: “He tenido, por desgracia, demasiadas cosas que hacer” (las comas son opcionales en mi opinión). Otras frases por el estilo siguen este mismo patrón:
- “Tengo aún una dura pelea que dar.”
- “Nos quedan todavía unas semanas para disfrutar.”
- “Hay probablemente muchísimos problemas por resolver.”